El valor de permanecer conectado cuando lo que quieres es defenderte
- sarariesner
- 5 may
- 2 Min. de lectura

¿Conoces esa sensación que tienes cuando alguien te dice: «Eso me ha dolido», y se te retuerce el estómago? Se te acelera el pulso y tu mente repasa todas las razones por las que su dolor no es tu culpa. En ese momento, en ese preciso momento, es cuando las relaciones se consolidan o se fracturan.
¿Y si la postura defensiva no es más que miedo disfrazado?
Cuando nos precipitamos a explicar nuestras intenciones en lugar de escuchar el dolor del otro, no estamos comunicando de verdad, estamos simplemente actuando. Intentamos controlar cómo nos están percibiendo en vez de permanecer presentes en la experiencia de la otra persona.
Nuestro cerebro responde a las amenazas a nuestra autoimagen con la misma urgencia que al peligro físico. Por eso sientes una sensación de calor en el pecho o tensión en la mandíbula cuando alguien te dice que le has hecho daño. Tu cuerpo reacciona instintivamente, a menudo antes de que tengas tiempo de pensar. Te preparas para defenderte.
Pero he aquí la incómoda verdad: puedes ser una buena persona que ha causado daños. Ambos aspectos pueden coexistir y, de hecho, a menudo lo hacen. Todos hemos vivido las dos caras. Las personas que cultivan relaciones sólidas no son las que nunca causan daño; sino aquellas que permanecen abiertas cuando se nombra el daño.
Las palabras más poderosas en cualquier relación no son «Tengo razón», son «Cuéntame más». Cuando sustituimos las explicaciones por la curiosidad, toda la dinámica cambia. La otra persona se siente escuchada, y la conversación se convierte en colaboración en lugar de enfrentamiento. Como resultado, la relación se fortalece en lugar de sufrir otro retroceso.
Prueba esto la próxima vez que te sientas a la defensiva: haz una pausa y respira hondo. En vez de decir: « A ver si me explico», di: « Quiero entender». Pregunta: «¿Qué has sentido tú?». Permanece paciente ante la incomodidad de no arreglar la situación de inmediato y acepta el momento sin apresurarte a proteger tu imagen.
No se trata de lograr la perfección, sino de estar presente. Se trata de priorizar la conexión sobre el control. Ahí es donde reside el verdadero valor. La defensividad construye muros, mientras que la vulnerabilidad tiende puentes. La alternativa siempre está disponible.
- Sara
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